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Jorge Alberto Gudiño Hernández

12/11/2016 - 12:00 am

Apuntes sobre Trump

El odio, sí, el odio, es en verdad lo más preocupante. Y es la razón por la que todo se desencadena. Ya lo he dicho, no soy bueno prediciendo el futuro.

Foto: EFE
Foto: EFE

1.

Gran parte de los analistas predijeron el triunfo de Clinton. Lo hacían basados en encuestas y otros instrumentos estadísticos. Los mismos que ya habían fallado a la hora de estimar los resultados de Brexit o de la votación en Colombia. Los mismos a los que la sensatez obligaba a no tomar del todo en serio. En otras palabras: basaron la mayoría de sus análisis en instrumentos ajenos que ya habían demostrado sus limitaciones. Así pues, fallaron.

Si los instrumentos de medición fallan, los encargados de trabajar con los datos, los números y las estadísticas deben una explicación a sus jefes. También, deben trabajar en las razones y seguir intentando predecir la realidad a partir de más variables de las que se pueden manejar. Eso, en muy buena medida, es comprensible. La conducta humana no siempre puede ser mensurable.

Los analistas, en cambio, se limitan a reconocer sus errores. Hablan de lo sorpresivo que fue el asunto y, ahora, se dedican a explicar las razones del pasado. Me da la impresión de que no es su papel. De ello se deberían ocupar personas más calificadas en el comportamiento social, la historia, la antropología y disciplinas afines. El asunto es que los analistas ahora explican a partir de lugares comunes. En realidad, deberían reconocer que la falla fue suya. No sólo por confiar en instrumentos que ya habían dado muestras de sus limitaciones sino por ser incapaces de llevar a cabo el análisis (a lo que se dedican) abrevando de algo más que razonamientos ajenos. Escucharlos ahora explicar lo sucedido aburre.

2.

Ignoro lo que sucederá con el triunfo de Trump. No quiero caer en esa avalancha especulativa. Predecir el futuro nunca ha sido una de mis habilidades. Sé, sin embargo, que el peso sigue perdiendo valor. Eso ha afectado la economía de todos en diferentes niveles. Incluso aunque no se note del todo. No se necesita estar en la clase media para descubrir que las vacaciones planeadas se han esfumado por culpa del tipo de cambio. Basta ver que los precios suben. Los cotidianos. Se pueden decir muchas cosas respecto a la inflación (ese porcentaje pequeño que nos miente cada tanto). Lo cierto es que hacer el súper es cada vez más caro. Y no se ve que se vaya a revertir.

Si el señor cumple sus promesas, el panorama se vislumbra aciago. Si no, también. El peso ha perdido su valor y la historia nos muestra que no lo recuperará. Así pues, aunque los encargados de la economía nacional digan que no pasa nada, lo cierto es que ya ha pasado. A mí me queda claro que me alcanza para menos.

3.

No entiendo a los periodistas (y a Fox) que han felicitado a Peña Nieto por la reunión con Trump. Lo hacen como si hubiera sido un visionario. No lo fue. A veces uno le atina de churro. No sólo eso: todo mundo sabe que el tiro a gol no fue bueno pero salió bien. A la larga. Nadie critica que Peña Nieto haya invitado a Trump. La crítica fue por las formas. Por no haber garantizado que Clinton también vendría. Por no haberle dicho a Trump que estaba agrediendo a nuestros connacionales, a nosotros mismos. Tan es así que, de forma excepcional, la presidencia hizo una corrección sobre uno de sus errores. Ahora resulta que fue un acierto. Lean lo que escribió Jesús Silva-Herzog: Peña Nieto actuó como colaboracionista. Y eso es grave. En una de ésas, personas más sensatas que quienes afirman que fue un acierto hasta lo culpan por el triunfo del candidato innombrable.

4.

Se puede discutir mucho sobre el muro, sobre los inmigrantes, sobre los tratados internacionales e, incluso, sobre la ínfima posibilidad que aún tiene Clinton de revertir el resultado. Lo preocupante es el discurso del odio. Aceptemos, sin conceder, que el señor Trump es un gran publicista y que no cree en todo lo que dice. Da igual. Y da igual porque más de cincuenta millones de personas votaron a favor de él que, en alguna medida, era votar a favor del odio. Del odio a las personas con quienes conviven, a quienes se encuentran en la calle, con quienes comparten trabajos, escuelas, avenidas o espacios.

El odio, sí, el odio, es en verdad lo más preocupante. Y es la razón por la que todo se desencadena. Ya lo he dicho, no soy bueno prediciendo el futuro. Sin embargo, todo hace pensar que vienen cuatro años difíciles. Difíciles porque el odio ha encontrado sus cauces y sus causas y eso siempre es difícil de contener.

Jorge Alberto Gudiño Hernández
Jorge Alberto Gudiño Hernández es escritor. Recientemente ha publicado la serie policiaca del excomandante Zuzunaga: “Tus dos muertos”, “Siete son tus razones” y “La velocidad de tu sombra”. Estas novelas se suman a “Los trenes nunca van hacia el este”, “Con amor, tu hija”, “Instrucciones para mudar un pueblo” y “Justo después del miedo”.

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